Me deshago de mi deber de ciudadano lo más rápido que puedo. No le veo gracia, no siento ningún tipo de fervor ni ilusión al emitir mi voto. Un poco de curiosidad al ver tanta gente junta, un poco de curiosidad sobre lo que harán después, al salir del cuarto oscuro.
En cuanto a mi, decidí aprochar la tarde para escuchar la tonelada de discos de pasta que ayer compré en una pulguera por un precio irrisorio.
Vea la joya que conseguí a cambio de un mísero peso:
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