Por cierto, en cuanto a su dilema existencial, debo confesar que le pedí una opinión a mi verdulero, él me dijo que en estos casos resulta muy apropiado escuchar Johnny Powers para acomodar las ideas y preparar los planes para la semana. Entonces, le dejo dos temas de Johnny para comenzar la mañana del domingo:
Hola. ha notado? el calor no logra aparecer aún, pero no importa, de todas formas nuestro jardín se llena de flores... y si nos ponemos un abrigo liviano, podemos salir a pasear con nuestras mascotas mientras cantamos a dúo estas hermosas canciones de Pablo Krantz.
Recomiendo aprovechar el domingo nublado para ver un documental sobre Alan Lomax (hoy a las 20.30hs en el Malba), no se lo pierdan:
Lomax: The Songhunter (Holanda-2005) de Rogier Kappers. 93’.
El nombre de Alan Lomax (1915-2002) suele ser rescatado de tanto en tanto por la música popular. Para el mundo del rock’n’roll, era conocido por haber descubierto a bluseros como Muddy Waters cuando aún trabajaban cosechando algodón. Pero, ante todo, fue el mayor recopilador de folklore musical del siglo XX, anticipándose por décadas a lo que hoy se conoce como world music. El cineasta holandés Roger Kappers comienza este documental con un serio inconveniente: Lomax ha sufrido un ataque que afectó su memoria y ya no puede ser entrevistado. Kappers se embarca entonces en un viaje por Estados Unidos y Europa, buscando algunas de las voces que aparecen en el archivo casi infinito que el musicólogo compilara para la Biblioteca del Congreso.
En esta canción Blind Blake se pregunta insistentemente qué es Diddie Wa Diddie hasta que finalmente lo descubre en una segunda versión del tema (aunque nos dá muy pocas pistas respecto de lo que sabe).
Al principio, cuando uno escucha la canción, uno tiende a creer que Blake habla de algún elixir, de sexo o de alguna parte del cuerpo ligada al sexo, tal vez de un estado espiritual... muchos sostienen que de alguna de esas cosas se trata.
Otros dicen que Diddie Wa Diddie es un lugar, un lugar perdido, escondido en el sur de Estados Unidos. Allí, en Diddie Wa Diddie, nadie trabaja y hay suficiente comida como para vivir despreocupado, y los animales y la gente pueden estarse tranquilos. No hay neuróticos, todas las mujeres y los hombres se aman fraternalmente. En Diddie Wa Diddie incluso las rocas resultan confortables como para tirarse a dormir una siesta sobre ellas, y uno tiene tiempo para estar a la sombra de un árbol o al rayo de sol durante todo el día, o de hacer simplemente lo que le plazca hacer.
En fin, sea lo que sea Diddie Wa Diddie, si Blake lo encontró, Diddie Wa Diddie existe, entonces...
Y CON EL ÚNICO FIN DE ESTIMAR LA CANTIDAD DE ESPECTADORES QUE TIENE EL BLOG (QUE CREO QUE A ESTA ALTURA ES NULA), VOY A DEJAR UN DISCO SOBRE LA MESA Y VOY A MIRAR PARA OTRO LADO:
Hace poco descubrí una de las mejores canciones de toda la vida y desearía ser lo suficientemente paciente como para aprender a tocarla, es un blues que canta Geeshie Wiley:
En aquel momento, saltando de un cocotero, un hombre cayó junto a Karl. Llevaba un puñal en la mano y parecía dispuesto a hundírselo en el pecho del aventurero.
Ahora que puse una enredadera en mi ventana, el sol que entra por la tarde ya no me molesta y puedo tirarme en la cama, abajo de la ventana, viendo como se mueven las cortinas y sintiendo el viento fresco que suele haber a la hora en que estoy de vuelta en casa...
George Symonette fue farmacéutico de profesión, trabajo en el hospital local y hasta logró tener su propio negocio. Pero a George Symonette nadie lo recordaría hoy si sólo fuera por su habilidad para mezclar químicos y curar a los enfermos.